Pensamiento para una tarde lluviosa de domingo

Recuerdo que una vez escribí, siendo todavía adolescente, una frase que decía “el único fin objetivo de la vida es la muerte”. Por aquel entonces había comenzado a leer con más frecuencia y tenía muy presente el contenido de “Elogio de la locura” (Erasmo de Rotterdam) y “La vida es sueño” (Pedro Calderón de la Barca). Al principio me sentí muy orgulloso de mi frase, es probable que haya experimentado la sensación de ser un pensador original.

Actualmente, cuando soy capaz de reconocer que no estaba muy seguro de lo que intentaba expresar, me conformo con pensar que -pese a no ser plenamente consciente del contenido filosófico de aquella frase- había algo en la intención de las palabras, que terminó convirtiéndose en  una premisa fundacional de mi concepción de mundo.

En ocasiones, cuando alguien me pregunta sobre el tipo de literatura que prefiero, me limito a decir que me interesan principalmente los autores que plantean cuestiones trascendentales de la existencia humana; cuya lectura consiste en una reflexión respecto a las grandes preguntas.

Sé que eso suena pretensioso, teniendo en cuenta mi edad y mi supuesta falta de experiencia, pero representa un problema menor al aclarar que esas preguntas se refieren al conocimiento del ser humano, el origen del universo, el cosmos, la nada; y por ende, el significado de la vida.

Me llama la atención, sobretodo, que las grandes preguntas –como las llamo- son aquellas que más tiempo han permanecido sin respuesta, y quizás así permanezcan por siempre. Es interesante el fenómeno que se produce en las academias universitarias, porque si bien el conocimiento científico ha avanzado a pasos agigantados y el progreso tecnológico ha experimentado un notable desarrollo, la especialización permite una forma de razonamiento instrumental-técnico, pero no resuelve la pregunta fundamental, ¿qué es el ser humano?

Lamentablemente, los avances científicos y tecnológicos no brindarán mayor información para comprender una cuestión que se ubica en el plano de lo metafísico.

En conclusión, lo más importante tal vez no sea hallar una respuesta, sino comprender el sentido con que formulamos una pregunta.

Acerca de pussylanime

Costarricense. Amante de los libros, el café y los gatos.
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